La aventura de contarlo todo


Hoy me propongo iniciar a documentar con mayor regularidad las cosas que ocurren, relacionadas con el sueño de alcanzar nuevos retos.

Todo empezó con una idea. Incepción. Se sembró un sueño que parecía imposible y la semilla empezó a germinar, a tal punto que al final todo giraba en torno a hacerlo posible. Y donde Dios ha ido involucrando personas especiales que se han sumado a hacer el camino lograble. Cuantas bendiciones recibo a diario. Agradecida.

Mientras escribo, frente a mi escritorio ondean banderas de oración provenientes de Nepal, obsequio de mi amiga Donna. Y siento en mi corazón la brisa de la cima del Pico Duarte recordarme lo que me apasiona estar al aire libre (#outdoor) y poder compartir la experiencia con otros. Y suenan alertas de mensajes amigos a los cuales les estoy organizando su excursión al Valle del Tetero. Reclaman les acompañe a subir al Pico este fin de semana. Suena tentador.


Y recuerdo con una sonrisa en los labios mi entrenamiento de ayer. Fue muy peculiar. Eran 200kms en bici desde Santo Domingo hasta Punta Cana. Esperaba que sería con 5 amigos, y sólo estaba uno, Lucas (luego les doy detalles de ese personaje, culpable de muchas de mis locuras). Yo había llegado con la esperanza de ir detrás de sus gomas (drafting), pero el juego me cambio completamente en ese momento. Fue un inicio tortuoso a las 4:07am. Desde el principio incomoda en la bicicleta, fruto de una caída en Xterra Barahona la semana anterior que me dejo una herida en la palma de la mano que me impedía apoyarla en el timón.

Ibamos poniendo metas intermedias para logar engañar a la mente; sin embargo, luego de luchar unas 3 horas y media contra la posición y ya con dolor de hombro y espalda, decidí bajarme de la bici y subir al vehículo de apoyo donde nuestro soporte, el gran Virgilio, se alegró de tener compañía. De inmediato me dormí.

Cuando desperté empecé a deleitarme con mi lectura actual “The Chomolungma Diaries”. Lucas de vez en cuando detenía el vehículo para comer, decir que el calor era infernal, tomar agua. Le escribí a mi esposo que estaba bien. Y luego le llore un poco al entrenador. Y fue en ese momento que mi lectura me llevo a una parte donde hablaban de Margaret, de 62 años, quien diariamente hacia 50kms de bici, entrenaba en la caminadora y los fines de semana hacia 200km de bici. ¿Coincidencia? No me quedo de otra que sacar la mente de la excusa y al cuerpo de la queja y el dolor y salir a pedalear de nuevo.

La satisfacción de completar 114 kms cuando pensé que sólo haría 76 kms no es nada comparada con la de poder sacar las excusas de mi cuerpo. Puse el entrenamiento en manos de Dios y le di lo mejor que tenia. Y para completar logré hacer 20 minutos de corrida allá, justo al medio día, en El Lanzallamas, como llaman los locales al lugar donde corrí a unos ricos 32 grados Celsius.

Luego a compartir con la familia. Juego de Liga Dominicana de Futbol, junto a mis tres varones y mis amigos Xynara, Manuel y trulla incluida.

Siempre tendremos una excusa. Lo importante es poder salir de ella y volver a pedalear.

Empieza el viaje a alcanzar el sueño.

@thaisherrera